- Un lector impaciente se estará preguntando cómo un flojo rematado como yo pudo terminar este libro, por pequeño que sea. Una explicación plausible es que tardé catorce años en escribirlo.
- Pero también hay una explicación complementaria de índole sentimental. Beatriz González.
- En junio de 1969 dos motivos tan afortunados como triviales condujeron a Mario Jiménez a cambiar de oficio.
- Lo que no logró el océano Pacífico con su paciencia parecida a la eternidad, lo logró la escueta y dulce oficina de correos de San Antonio.
- —Bueno, cuando tú dices que el cielo está llorando. ¿Qué es lo que quieres decir?
- —Te mareaste.
—¡Claro! Yo iba como un barco temblando en sus palabras.
- —… ¡Los etcéteras! ¿Usted cree que el mundo entero es la metáfora de algo?
- —¿Remedio? Don Pablo, si eso tiene remedio, yo solo quiero estar enfermo. Estoy enamorado, perdidamente enamorado.
- Pareció dejar caer esta vez dos piedras, en vez de palabras.
- —Beatriz. Me la quedé mirando, y me enamoré de ella.
Neruda se rascó su plácida calvicie con el dorso del lápiz.
—Tan rápido.
—No, tan rápido no. Me la quedé mirando como diez minutos.
- El muchacho llenaba las hojas con deslavados círculos y triángulos, cuyo nulo contenido era una radiografía de su imaginación.
- Le dijo «buenos días» con un tono, que inconfundiblemente significaba «desaparece».
- Los ríos arrastran piedras y las palabras embarazos.
- El beso es la chispa que arma el incendio.
- Los trenes que conducen al paraíso son siempre locales y se enredan en estaciones húmedas y sofocantes. Solo son expresos aquellos que viajan al infierno.
- —¡La poesía no es de quien la escribe, sino de quien la usa!
- —Es que usted no lee las palabras, sino que se las traga, señora. Las palabras hay que saborearlas. Uno tiene que dejar que se deshagan en la boca.
- Frase de Rimbaud: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
- Las tropas habían ocupado la editorial Quimantú, y habían procedido a secuestrar la edición de varias revistas subversivas, tales como Nosotros los chilenos, Paloma y La Quinta Rueda.
- Acercó el azucarero a mi café, pero yo lo cubrí rápidamente con la mano.
—No, gracias —le dije—. Lo tomo amargo.