Las mejores frases | Crónicas marcianas (The Martian Chronicles), de Ray Bradbury


  • Es bueno renovar nuestra capacidad de asombro —dijo el filósofo—. Los viajes interplanetarios nos han devuelto a la infancia. Un minuto antes era invierno en Ohio.
  • El cohete, instalado en la plataforma de lanzamiento, soplaba rosadas nubes de fuego y calor de horno.
  • Me dijo que me llevaría en la nave, que me llevaría al cielo junto con él.
  • Les ofrecía la mano derecha, el corazón, la cabeza, por la oportunidad de ir a Marte.
  • Era posible que allá arriba hubiera un país de leche y miel.
  • ¿Estaremos jugando con algo peligroso? Me refiero al tiempo.
  • Dejó que otras muchas teorías nuevas le bajaran a través de la mente como perezosos guijarros que giraban echando alrededor unas luces mortecinas. Mamá. Papá. Edward. Tierra. Marte. Marcianos.
  • Un hombre no hace muchas preguntas cuando su madre vuelve de pronto a la vida.
  • ¿Y no sería espantoso y terrible descubrir que todo esto es parte de un inteligente plan de los marcianos para dividirnos y vencernos, y matarnos?
  • ¿Usted cree que saben que estamos aquí?
    —¿Acaso lo más viejo no se entera siempre de la llegada de lo nuevo?
  • Nosotros, los habitantes de la Tierra, tenemos un talento especial para arruinar las cosas grandes y hermosas.
  • Quizá Marte nos haga mejores.
  • La vida en Marte nos devolverá la cordura; será como una lección práctica de civilización.
  • Cuando uno quiere hacer algo terrible se miente a sí mismo.
  • Los hombres de Marte comprendieron que si querían sobrevivir tenían que dejar de preguntarse de una vez por todas: ¿Para qué vivir? La respuesta era la vida misma.
  • La ciencia no es más que la investigación de un milagro inexplicable, y el arte, la interpretación de ese milagro.
  • Un hombre de la Tierra piensa: «En ese cuadro no hay realmente color. Un físico puede probar que el color es solo una forma de la materia, un reflejo de la luz, no la realidad misma». Un marciano, mucho más inteligente, diría: «Este cuadro es hermoso. Nació de la mano y la mente de un hombre inspirado. El tema y los colores vienen de la vida. Es una cosa buena».
  • HAY TRABAJO PARA USTED EN EL CIELO. ¡VISITE MARTE!
  • Los cohetes vinieron como langostas y se posaron como enjambres envueltos en rosadas flores de humo.
  • —Déjeme ir, señor Teece. Le mandaré el dinero desde allá arriba, ¡se lo prometo!
  • El «había una vez» se convirtió en «no hay más».
  • Nada de libros, nada de Casas, nada que pueda sugerir de alguna manera fantasmas, vampiros, hadas y otras criaturas de la imaginación.
  • ¿Sabe usted por qué le hago esto? Porque quemó los libros del señor Poe sin haberlos leído. Le bastó la opinión de los demás.
  • —No soy nadie; soy solo yo mismo. Dondequiera que esté soy algo, y ahora soy algo que no puedes impedir.
  • Cuando no se puede tener la realidad, bastan los sueños.
  • No nos enseñó a llorar. No quería que supiéramos hacerlo. Según él, nada peor puede ocurrirle a un hombre que saber cómo estar solo, y cómo estar triste, y ponerse a llorar. Por eso no sabemos lo que es llorar o estar tristes.
  • Después el fuego se tendió en las camas, se asomó a las ventanas y cambió el color de las cortinas.
  • Se le podían ver los pensamientos nadando como peces en los ojos; unos brillantes, otros sombríos, unos rápidos y fugaces, otros lentos y pacíficos, y a veces, como cuando miraba la Tierra, los ojos eran solo color y nada más.
  • —Estoy quemando toda una manera de vivir, de la misma forma que otra manera de vivir se quema ahora en la Tierra.
  • Timothy miró el último papel que papá arrojaba al fuego. Era un mapa del mundo. El mapa se arrugó y retorció entre las llamas, y desapareció como una mariposa negra y ardiente.
  • Los marcianos les devolvieron una larga, larga mirada silenciosa desde el agua ondulada…
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