- De niño creía todo lo que me decían, todo lo que leía, y cualquier idea surgida de mi desbocada imaginación. Como consecuencia, pasé un buen número de noches sin dormir.
- ¿Y qué pasa con la realidad?, preguntará. Bien, en lo que a mí respecta, la realidad puede irse a tomar por el saco.
- ¿De acuerdo? ¿Listo? Bien. Tómeme de la mano. Ya nos vamos. Conozco el camino. Lo único que tiene que hacer es agarrarla bien fuerte… y creer.
El cadillac de Dolan
- Decidí que ya era hora de dejar de soñar y poner manos a la obra.
- Me acometió la sensación de que una mano helada me acariciaba la nuca.
- Nada… nadie… salió de la furgoneta. La puerta osciló y golpeó la carrocería como el último postigo de una casa embrujada.
- Al despertar de una pesadilla, de la que la única escena que recuerdo trataba de unas manos que se aferraban a mi cuello, advertí que me habían enterrado vivo.
El final del desastre
- No saben el aspecto que tienen las flores, de la misma manera que ni tú ni yo sabemos qué ruido emiten las nubes.
- Y todo el mundo se volvio tonoto, nosotros no y bolbí ací porque mi hermano no recuerdo su nombre
Hay que aguantar a los niños
- Un espantapájaros loco y gesticulante dibujado contra el brillante sol de septiembre.
El piloto nocturno
- La historia estaba ahí, ahí mismo, tan grande como la vida misma y dos veces más horrible.
- Al fin y al cabo, la vida es una imitación del arte. El conde Drácula con licencia de piloto.
- Pedir autorización de aterrizaje en nombre del conde Drácula habría levantado, con toda probabilidad, sospechas incluso en un lugar tan soporífero como ese.
- Tal vez incluso el amor, aquella fábula, era real.
- El Piloto Nocturno se había marchado. Como un pajarillo. O un murciélago.
Popsy
- Dios, tenía los dientes como cuchillas de afeitar.
Es algo que llega a gustarte
- —Es como un moco que no puedes arrancarte de la punta del dedo.
La boca saltarina
- «La llave —pensó Hogan—. La llave que hay en un lado de la boca, la que sirve para darle cuerda… No se mueve.»
- El viento que aullaba a través de la furgoneta y agitaba las cortinas como si fueran largas manos fantasmales.
- Introdujo un dedo en la blanca sonrisa metálica.
- —Muérdeme. ¿Quieres morderme?
La dedicatoria
- Sus libros eran sus sueños, en los que se permitía creer en el mundo del que se burlaba y que despreciaba cuando estaba despierto.
- No tienes la menor esperanza de hacer cambiar de opinión a una persona si se le ha metido en la cabeza que te está ayudando.
El dedo móvil
- —Habrán sido los fantasmas —comentó Vi—. Y otra cosa. No quiero ser pesada, pero te has olvidado otra vez de bajar el asiento del wáter.
- Ñic, ñac. Ñic ñic ñac.
- —Maldito hijo de puta —masculló Howard.
- Aquella noche se fue a la cama sin lavarse los dientes por primera vez desde los doce años.
- De pronto, el dedo surgió del desagüe como un muñeco de muelles que surge de su caja.
- La voz de la cordura, reducida ahora a un minúsculo murmullo, se alzó por última vez antes de hacer las maletas y marcharse para siempre.
Las zapatillas
- Pero no había más que silencio, un silencio denso, suave y total, la clase de silencio que los muertos oirían en sus ataúdes si pudieran oír algo.
- A veces uno puede librarse de los fantasmas que lo persiguen si consigue reunir el valor suficiente como para enfrentarse a ellos.
- En aquel instante se dio cuenta de otra cosa, del mismo modo en que uno se percata de las cosas en sueños; cuando la gente ve fantasmas, siempre se ve primero a sí misma.
- Algo en mi interior me ha estado empujando para que me enfrente… bueno, para que me enfrente a ti.
¿Sabes? Tienen un grupo de la leche
- «Es un sueño, ¿verdad? Quiero decir que… es un sueño, ¿no?».
Parto en casa
- —¡Estoy aterrado, amigo mío! ¡A-te-rra-do!
- Será un parto en casa… y todo irá bien.
- «Soy una de esas personas que no quiere descubrir los trucos de los magos.»