- —Tienes buen corazón. A veces eso es suficiente para mantenerte a salvo allá donde vayas —dijo. Meneando la cabeza, añadió—: Pero por lo general no.
- Había pasado cuatro días corriendo, huyendo atropelladamente por una sucesión de pasadizos y túneles.
- Los acontecimientos eran unos cobardes: no sucedían de uno en uno, no, tendían a encadenarse y a venírsele encima todos a la vez.
- —Mis amigos no están en el teléfono —dijo.
- No había luna, pero el cielo nocturno era un tumulto de rutilantes estrellas de otoño.
- Daba la sensación de que no eran las luces las que se apagaban, sino que era la oscuridad la que se encendía.
- —Preciosos sueños frescos. Pesadillas de primera. Hay de todo, oiga. Compre aquí sus pesadillas.
- Si no lo sé yo, probablemente está mejor olvidado.
- —Mirad —dijo—, yo no quiero molestar ni nada. Sé que sois gente muy ocupada, pero ¿qué pasa conmigo?
- Es como si hubiera despertado en una pesadilla. La semana pasada todo tenía sentido y ahora ya nada lo tiene…
- Y el simple hecho de ayudarla le había hecho caer de su mundo al de ella.
- La Muerte camina como el señor Vandemar.
- Puedes añadir la línea del Lado Subterráneo a la lista de cosas que es mejor que no sepas.
- La voz del señor Vandemar era un viento nocturno barriendo un desierto de huesos.
- —Mayhew —dijo Richard—. Richard Mayhew. Me mandaste al cuerno y ahora ya no existo.
- El único consejo que puedo darte es lo que tú mismo te estás diciendo. Aunque quizá el miedo no te deje escucharlo.
- —Y a ti podría darte un cerebro —dijo con voz risueña—, y un corazón para mí.
- —No tengo miedo de caer —se dijo a sí mismo—. Lo que me asusta es lo que pasa cuando terminas de caer y empiezas a estar muerto.
- —¿Quién te has pensado que eres? ¿El Mago de Oz? No podemos enviarte de vuelta a casa.
- —¿Alguna vez ha tenido todo lo que siempre deseó? ¿Para después descubrir que no era eso lo que deseaba en absoluto?
- Creí que quería una vida tranquila y normal. No sé, a lo mejor estoy loco. No sé, puede ser. Pero si esto es todo lo que hay, entonces no quiero estar cuerdo.
- Los dos juntos entraron por el hueco de la pared y se adentraron en la oscuridad, sin dejar ni rastro; ni siquiera la puerta.
- Era muy bonito. Era excepcional. Era único.
- —Como se suele decir, la belleza está en el ojo del que mira.
- El que pierde el paso, pierde la compañía.
- Y después, envuelto en su magnífico abrigo, desapareció misteriosamente entre las sombras, sin despedirse siquiera.