Reseña | No hay nadie en casa, de Isabel Díaz Alanís 🍑


Título: No hay nadie en casa
Autora: Isabel Díaz Alanís
Editorial: Dharma Books
Géneros: Narrativa
Año de publicación: 2022
Páginas: 184
Precio: $280

Sinopsis
En No hay nadie en casa, algo tan pequeño como un durazno es capaz de provocar en Isabel una incertidumbre tan grande que ni los paisajes más fascinantes del mundo pueden disuadirla de ella. En su inminente regreso a casa, donde la espera la realidad de la que quiso escapar, está el recuerdo de un examen fallido, las heridas familiares y desilusiones amorosas que hasta ese momento añoran la reconciliación.

No hay nadie en casa es el primer libro de la mexicana Isabel Díaz Alanís y en ella, explora las infinitas posibilidades del ser, el hubiera y el paso del tiempo, para narrarnos un viaje personal de autodescubrimiento, aceptación e indulgencia. No hay nadie en casa ganó el Premio CasaOctavia-Dharma Books.

Lo que inicia con la fruta del durazno, cuyo centro contiene una única semilla encerrada en una cáscara dura, bien puede funcionar como una metáfora para cuestionar aquello que mantenemos bajo llave dentro de la mente y que, de alguna forma, busca ser liberado.

Olvidado en una mesa del comedor a lo largo de dos meses, un durazno lleva a la protagonista a cuestionar sus decisiones pasadas, los traumas familiares y exámenes no aprobados, que ponen en duda su valor como escolar, catedrática y como ser humano funcional.

Para la protagonista, un viaje vacacional por unas cuantas ciudades del mundo, tales como Madrid, México, Lisboa, Bucarest, Estambul y Roma, se convierte en un proceso de análisis, crítica, reflexión y deconstrucción personal.


Isabel usa la figura del durazno, para reflexionar sobre la vulnerabilidad, el paso del tiempo y aquello que hemos perdido; ella sabe que estando lejos de casa no puede hacer nada para detener la oxidación de la fruta, tal cual le ha pasado a ella misma.

Excavado en sus recuerdos, la autora nos propone una narrativa no metafórica, en donde dialoga consigo misma para dar con el clavo de su razón de ser, las decisiones no tomadas y las consecuencias inmediatas que la inacción trae consigo.

La premisa de la fruta es solo la apertura a algo más grande: pronto salen a la luz los asuntos familiares, las desilusiones amorosas y las creencias, que guían de principio a fin la narrativa. ¿Las creencias con las que crecimos son parte de nosotros o nos fueron transmitidas? Y más importante aún, ¿podemos desprendernos de ellas y formar las propias?

En No hay nadie en casa se nos invita a reflexionar sobre el aprendizaje, el amor propio, la importancia del diálogo interno y la vulnerabilidad, eso sí, vistas como una oportunidad de cambio y crecimiento.
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