Las mejores frases | Shutter Island, de Dennis Lehane


  • El padre de Teddy Daniels había sido pescador.

  • Se lavó las manos y la cara y comprobó el aspecto que tenía en un pequeño espejo que colgaba encima del lavamanos,

  • El mero hecho de olerla, de imaginarla, de crearla en su mente y de retenerla allí.

  • Una delgada fila de algodones color púrpura empezaba a formarse, como si se tratara de manchas de tinta.

  • Todo depende de los ojos con que se miren.

  • El mar se calmó al otro lado y los colores llenaron el cuadro, como si hubieran sido trazados con un pincel.

  • —No obstante, ¿debemos perder el pasado para asegurarnos el futuro? —Chuck lanzó el cigarrillo al mar—.

  • Por las noches volvía a la vida en sus sueños

  • Sí, cierto, era un engaño muy cruel de la mente, pero hacía mucho tiempo que Teddy había aceptado su lógica: despertar,

  • recuerdos de su mujer que su cerebro encerraba como una cerilla encendida.

  • Si no dejabas de correr, no podían atraparte.

  • Una de las jardineras, una mujer de mediana edad, de pelo ralo color
    trigo que estaba casi calva en la parte superior de la cabeza, se quedó
    mirando a Teddy, y después se llevó un dedo a los labios.

  • —Es bueno tener sueños —afirmó Chuck—. ¿No está de acuerdo?

  • Esos ojos, pensó Teddy. Aunque fuera una fotografía, seguían aullando.

  • la isla había comenzado a crujir en la oscuridad y la brisa se había convertido en viento.

  • —Y la palabra importante aquí es «vivir», vivir como una pareja libre en el mundo real.

  • Aquella música amable se arrastraba por toda la habitación como si de una araña se tratara.

  • —No me educaron para huir de los problemas, doctor —confesó Chuck.

    —¡Ah, sí, la educación! ¿Quién le educó?

    —Unos osos —contestó Teddy.

  • —Primero vaya a ver un campo de exterminio, doctor, y luego cuénteme lo que opina de Dios.

  • Él era su barco y, cuando lo perdió, simplemente se dejó llevar por la corriente.

  • Eran las cinco de la mañana, y la lluvia caía sobre el mundo entero.

  • Este mundo solo puede recordarme lo que no tengo,

  • ¿Cuántos psiquiatras hacen falta para enroscar una bombilla?

    —No lo sé. ¿Cuántos?

    —Ocho.

    —¿Por qué?

    —No debería analizar tanto las cosas.


  • Teddy pudo sentir su agotamiento como si fuera algo vivo, roto, un cuarto cuerpo que subiera la escalera con ellos.

  • Una vez que se ha tirado el veneno al pozo, ¿cómo es posible sacarlo del agua?

  • —Así pues, ¿quién es el sesenta y siete?

  • ¿Qué todo está ahí dentro, que no tienen acceso y que tampoco pueden controlarlo? Es la mente la que nos controla, ¿no creen?

  • Tengo mis días negros, aunque supongo que todo el mundo los tiene. La
    diferencia es que la mayoría de la gente no mata a sus maridos con un
    hacha.

  • Podía verla en las gotas de agua, disolviéndose por el impacto.

  • «Quizás hayas sido la primera en verle, Linda, pero yo le veré hasta el final de sus días».

  • —Yo soy el camino —afirmó—. Yo soy la luz.

  • Es vuestro futuro, vuestro pasado, y gira igual que la Luna alrededor de la Tierra.

  • Aquella única palabra, lo que Bridget había garabateado a toda prisa y que estaba empezando a borrarse bajo la lluvia: Corre.

  • Aparecerá en medio del océano y se dirá a sí mismo: «Un momento, no debería estar aquí».

  • Solo podía mirarla fijamente, observar el terror que invadía sus ojos como una ola.

  • Había visto a centenares de muertos trepando por su ventana y acercándose a su cama.

  • Un chillido procedente de la oscuridad. Era ella, y estaba acercándose.

  • Recorrieron los peñascos de la costa de Shutter Island, y luego deambularon por la isla hasta llegar al cementerio.

  • La echo tanto de menos que..., si estuviera sumergido en el agua, no echaría tanto de menos el oxígeno.

  • Si hubiera una puerta, bajo su cuerpo, y se hubiera abierto cuando murió
    y se hubiera ido a través de ella, volvería mañana a París para cruzar
    esa misma puerta y reunirme con ella.

  • Aplacar su imagen, hasta que un día se convirtiera en un sueño

  • Quiero abrazarte otra vez, olerte... y, sí, también quiero que desaparezcas. Por favor, por favor, desaparece...»

  • La lluvia caía de forma cansina y constante.

  • Había una escalera que bajaba en picado hacia la oscuridad,

  • A Teddy le tembló la mano mientras intentaba encender otra cerilla; el fósforo resbaló y se rompió.

  • Qué ruido hacía un corazón al romperse de placer, cuando el mero hecho
    de ver a alguien te llenaba de una forma que la comida, la sangre o el
    aire jamás podrían hacer,

  • Era el sonido más solitario que conocía. A uno le entraban ganas de abrazar algo: a una persona, una almohada, a sí mismo.

  • El mar se extendía hasta el infinito bajo un cielo cada vez más oscuro, y se sintió muy pequeño, completamente humano;

  • Cierto, él solo era un puntito. Pero formaba parte de ello, constituía un todo. Y respiraba.

  • Sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, y vio unos ojos que le miraban.

  • Una vez que se está dentro, no se puede salir.

  • Aquí están fabricando fantasmas, agente. Fantasmas que saldrán al mundo y que harán un trabajo fantasmal.

  • Los sueños a menudo se confunden, se entremezclan y acaban pareciendo una novela escrita por Picasso.

  • Ella le sostuvo la mirada desde el otro lado de las llamas, con ojos firmes y claros.

    —Todo el mundo —repitió.

  • Queremos recuperar los viejos tiempos, y ni siquiera los recordamos. Y,
    por paradójico que parezca, deseamos llegar al futuro a toda velocidad.

  • Si la luna puede alterar el mar de esa manera, imagínese el efecto que puede tener sobre la mente.

  • Todos los muertos y quizá muertos estaban poniéndose el abrigo.

  • Vio a la chica de sus sueños, flotando junto a él, con los ojos abiertos y resignados.

  • —Ahora tengo que cruzar esa puerta, cariño.

  • Quizás este lugar sea demasiado pequeño para mí; o, tal vez, yo sea demasiado pequeño para este lugar.

  • Los dioses no habían alineado las estrellas para hacerle conocer a su media naranja y después separarle de ella.

  • La desolación de su madre estaba grabada en sus pupilas, y sus ojos buscaban las nubes.

  • La observó columpiarse, y lo peor de todo fue darse cuenta de lo mucho que la amaba.

  • —Necesito que me quieras —dijo ella—. Necesito que me salves.

  • Teddy la miró a los ojos, y le brillaban tanto que dolía.

  • —Quizás estemos en la tierra para no saber ciertas cosas.

  • Somos demasiado listos para permitirlo.

    —Sí —asintió Teddy—. Lo somos, ¿verdad?
Artículo Anterior Artículo Siguiente