“Las minas de Mandalore”, el segundo episodio de la tercera temporada de The Mandalorian, comienza con la inescrupulosa (pero entrañable) Peli Motto.
El estreno de la tercera temporada nos preparó para un largo viaje en donde Din Djarin y Grogu buscan llegar a las Aguas vivientes, debajo de las minas de Mandalore. Pero al final de este episodio, ese viaje se ha completado. Además, Din y Bo-Katan se enfrentan cara a cara con la prueba viviente de que el mito fundacional de Mandalore es más que solo “cuentos para niños”.
Pero primero, Din descubrirá que llegar allí puede no ser tan fácil, pero tampoco tan será fácil. Esto lo llevará a reencontrarse con viejos amigos a lo largo del camino. La primera parada: Mos Eisley, donde espera que Peli (Amy Sedaris) pueda ayudarlo a localizar la unidad de memoria IG que necesita para resucitar a IG-11.
Antes de su llegada, Peli tiene otros asuntos que atender, ya que es Boonta Eve y la ciudad está llena de turistas y curiosos. En la tienda, tiene un cliente rodiano a cuyo deslizador le faltan un montón de piezas difíciles de encontrar que ella puede conseguir para él, pero le costará, sobre todo, si las quiere con prisa. Después de que se va, un grupo de Jawas aparecen con esas partes exactas. Qué increíble coincidencia. “Píntalos para que se vean diferentes”, les dice Peli a los pequeños ladrones.
Sabíamos que Peli no era exactamente honrada, pero esta es la primera confirmación de que es una criminal absoluta (aunque bastante inofensiva). Aun así, al menos es una pícara respecto a los intereses de nuestros héroes. El N1 Starfighter que les proporcionó funcionó bastante bien. Y no es como si Peli hiciera algo que pusiera en peligro a Grogu, quien la saluda con algunas habilidades aéreas que debe haber adquirido durante su tiempo con Luke. Se puede confiar en ella, al menos hasta cierto punto.
Aun así, aunque su tienda tiene muchas cosas raras, no tiene todo. Cuando llegan Din y Grogu, ella se apresura a decirles que no puede darles la parte que están buscando, e incluso los Jawas no pueden ayudar. Pero Peli tiene un droide astromecánico ligeramente desgastado llamado R5-D4 que puede ayudarlos, incluso si R5 no está exactamente feliz de surcar las estrellas a pesar de estar, como dice Peli, “construido para la aventura”.
El encogimiento de R5 sugiere lo contrario, pero Peli no está siendo del todo deshonesta aquí. Nunca sabemos cómo R5 terminó en Tatooine en la trilogía original, pero la historia de Peli de que sirvió en la Rebelión es completamente plausible. Y, una vez a bordo, el R5 hace el trabajo, a pesar de la advertencia de Peli de no confiar demasiado en él porque “sus circuitos son un poco frágiles”, una advertencia emitida contra el estruendo de los fuegos artificiales.
En la siguiente escena, Din, Grogu y R5 han llegado a su destino, pero Din advierte al pequeño que no es el planeta que solía ser. “Alguna vez fue verde y hermoso cuando se escribieron las canciones”, le dice Din a Grogu. No lo es ahora, pero tal vez todavía queda algo de ese viejo mundo. Tal vez incluso algunas de las maravillas que inspiraron las canciones. Independientemente de lo que encuentren, todo lo que Din le dice a Grogu sugiere que está manteniendo la fe.
Din le explica a Grogu cómo un mandaloriano tiene que saber moverse y entender los mapas y llama a Mandalore “el mundo natal de nuestra gente”. Aun así, es la primera vez que Din visita el lugar. Esta es una verdadera peregrinación para él.
Sin embargo, llegar allí no es fácil gracias a una atmósfera destrozada por la Gran Purga (y que cortó la comunicación del planeta con el resto de la galaxia). Mandalore tampoco es un pícnic una vez que llegan. Din envía a R5 para obtener una muestra de aire solo para ver que el droide desaparece de su escáner, sin poder cumplir con el único trabajo por el cual lo compraron. Sin inmutarse y quizás un poco preocupado por su nuevo compañero droide, Din sella su casco y decide investigar por sí mismo, aunque eso signifique dejar atrás a Grogu.
En las cavernosas ruinas de Mandalore, es recibido por lo que parece ser un grupo de trogloditas mandalorianos que empuñan garrotes (sabremos el nombre del grupo y trataremos un poco más adelante en el episodio) que lucharon intensamente, pero demostraron no ser rival para Din y su sable oscuro. Una vez de regreso en la nave, se entera, gracias a R5-D4, que la atmósfera es respirable. Después de todo, podría haber esperanza para este planeta en ruinas.
Mientras Din y Grogu exploran el Centro Cívico en busca de las minas, solo encuentran desolación (y algunos lagartos de alcantarilla de aspecto hostil). Al adentrarse más en la tierra, Din tropieza con las ruinas de la antigua civilización, incluido un casco Beskar. Desafortunadamente, esto resulta ser un cebo para una de las criaturas más extrañas que la serie ha presentado hasta ahora: un animal diminuto, malévolo y que opera desde un exoesqueleto mecánico de varios tamaños según sus necesidades.
Ya sea que la criatura sea inteligente o no, ciertamente no se puede razonar con ella y tiene planes malévolos para Din. Encarcelado en lo que parece ser un asador, Din le dice a Grogu que “vaya por Bo-Katan”, lo cual hace, pero solo después de superar todas las amenazas que Mandalore tiene para ofrecer (con algo de ayuda de la Fuerza).
Una vez en Kalevala, Grogu encuentra a Bo-Katan meditando en su trono. Esto plantea una pregunta: ¿Es así como pasa todo el día, todos los días? Si bien el episodio no ofrece respuestas, Bo-Katan entra en acción cuando ve la nave de Din y no porque esté feliz de verlo. “Tal vez no fui clara la última vez”, dice cuando aterriza. “Quiero que me dejen sola.” Pero cuando encuentra solo a Grogu en la cabina, no pierde el tiempo y sé dirigirse a su rescate.
Volviendo sobre los pasos de Din, Bo-Katan camina por las calles de Sundari y le da lecciones de historia a Grogu. Lección uno: los mandalorianos y los Jedis no siempre estuvieron en desacuerdo entre sí. De hecho, solía ser amiga de algunos. Esto se ve interrumpido por la llegada de más criaturas trogloditas, lo que lleva a la lección dos: se llaman alamitas y solían vivir solo en las tierras baldías, fuera de los límites de la civilización. Pero, como los mapaches que se mudan a una casa abandonada, ya no son criaturas del páramo.
Bo-Katan luego se enfrenta a la criatura mecánica que atormenta a Din (y aparentemente extrae sus fluidos corporales). No es fácil y requiere usar el Darksaber, lo que seguramente debe inspirar sentimientos encontrados. No obstante, Bo-Katan hace el trabajo y prepara una buena cena para Din. A pesar de identificarse como mandaloriano, nunca probó la comida que Bo-Katan preparó, la sopa pog, aparentemente un alimento básico de Mandalore.
Esto proporciona una transición para la lección tres: un capítulo de la historia reciente que ayuda a explicar el cinismo de Bo-Katan. Después de burlarse de que las Aguas vivas no tiene nada de especial, habla sobre el dolor de presenciar las luchas internas mandalorianas y cómo la familia real en la que nació consideraba el Credo y otros rituales como “teatro para nuestros súbditos”. Pero cuando Din responde con seriedad: “Este es el camino”, después de que Bo-Katan le dice que su padre “murió defendiendo a Mandalore”, incluso ella se siente conmovida por el momento.
Tal vez su fe no esté tan muerta como ella cree.
Bo-Katan recita la placa que conmemora la ubicación de las Aguas vivas, incluido el “folclore antiguo” de la “guarida de Mythosaur”, una referencia a la criatura legendaria que Mandalore the Great domesticó y cuya apariencia inspiró el sello de calavera que se convirtió en un símbolo de Mandalore. Ella se burla.
Din, sin embargo, tiene una reacción diferente. Se quita las armas y otros artículos, se sumerge en el agua y comienza a recitar el Credo, solo para ser interrumpido por algo que lo atrae bajo el agua. Saltando a su rescate, Bo-Katan encuentra lo último que sospechaba ver: una bestia que habita en el agua que se parece mucho al Mythousaur que acaba de describir.